Cómo abordar las crisis y las situaciones adversas

resiliencia

“Tu visión se aclarará solamente cuando tú puedes mirar en tu propio corazón. Quien
mira hacia afuera, sueña, quien mira hacia adentro, despierta” . Carlos Jung

¿Cuáles situaciones te disparan un desequilibrio? Las crisis.

Las crisis se definen como trastornos temporales que provocan un desequilibrio y desorganización personal, caracterizado por la incapacidad para enfrentar las múltiples situaciones cotidianas. El desenlace resultante es un “Colapso mental” con alteraciones intelectuales, también emocionales como son la ansiedad, la desesperación, el desasosiego, la impotencia, más las alteraciones conductuales que producen un bloqueo total de acciones a seguir para resolver las situaciones problemáticas.

No existe un síndrome (conjunto de signos y síntomas) específico para definir una crisis, las reacciones cognitivas y emocionales estarán muy determinadas por la individualidad de la persona y su historia personal, sus vivencias y sus sentimientos y todos son válidos. Cada persona puede combatir mejor las crisis si continuamente se prepara para ello y se mantiene con salud integral física, emocional, social y espiritual para sentirse psicofortalecido.

Toda crisis supone ruptura, combate, encrucijada y, a veces, se presenta de forma aguda y repentina. Es como una amenaza constante de las pérdidas que hemos tenido: el bienestar, la salud, seres queridos, emigración, separaciones de parejas, pérdidas económicas, sociales, religiosas. Si tenemos que asumir que el diario vivir es un combate continuo, agudo y complejo.

Para Caplan “la crisis psicológica” es un estado provocado en una persona cuando ésta enfrenta un serio obstáculo ante importantes metas trazadas para su vida. Esto es un inconveniente, ya que debe hacer uso de métodos habituales o acostumbrados por la persona, para solucionar sus problemas. (Caplan, 1993).

Así también se define las Crisis como: “Períodos breves y concentrados de desequilibrio, a menudo caracterizados por un intenso desajuste, preocupación, agitación emocional, sentimientos de inadecuación y de apertura a opiniones de otras personas.”

Por lo que estos trastornos provocan un desequilibrio y desorganización, cognoscitivo, emocional y conductual, caracterizado por una incapacidad del individuo para manejar la situación, con los métodos que en anteriores oportunidades les fueron útiles. Caplan (1993).

La crisis aparece como un proceso temporal: un Primer momento de incertidumbre, indecisión, angustia, ruptura interna; la sensación de estar sumergido, sin asidero, incapaces de enfrentar la situación; luego un Segundo tiempo de resolución de crisis, donde se vislumbra la posibilidad de escoger, de optar por un desenlace, una solución afortunada de la misma.

En la descripción de la crisis hay Cuatro Estadios que menciona Caplan como los períodos que la caracterizan, a saber:

  1. En su fase inicial una súbita tensión que provoca la crisis. En la medida en que la tensión humana crece y se hace insoportable, el sujeto intenta disminuirla mediante la utilización de alguna de las estrategias o patrones de afrontamiento usados habitualmente para resolver problemas.
  2. Aumento de la tensión debido a que los intentos por solventar la situación, con las técnicas o métodos acostumbrados, no ofrecen la respuesta esperada.
  3. Se intenta aliviar la tensión mediante la utilización de técnicas de emergencia no usuales. Al fracasar éstos, aumenta la tensión aún más, en esta fase la persona puede deprimirse seriamente, tratando de enfrentar parcial y progresivamente la posible causa de la crisis que está atravesando.
  4. En el caso de proporcionársele alternativas, se llegará a la resolución adecuada de la crisis, de lo contrario desembocará en una amplia desorganización del equilibrio emocional de la persona.

Para toda persona la crisis va a depender de la manera como la conciba, puesto que no todas las situaciones de estrés constituyen una crisis. De manera que existen diferentes formas de percibir la emergencia, dependiendo de la forma en que uno enfrente esa determinada situación y como la aborda con sus cualidades y psicofortalezas. Igualmente, tenemos que reconocer las crisis económicas mundiales y políticas han colocado a la humanidad en el dilema entre sucumbir o al contrario continuar, levantarse, empoderarse y seguir luchando contra las adversidades. Pensar cuánto hemos aprendido de esta situación y si seremos, luego de superadas las crisis, personas más humanas, generosas y compasivas.

Si sumamos en nuestras distintas etapas de la vida muchas crisis, bien sea de paso de la niñez a la adolescencia difícil o de la juventud a una adultez llena de conflictos y si durante las vivencias de estas situaciones adversas, no tuvimos apoyo emocional y había carencia de afectos y compañía psicológica, entonces ya este trastorno no se llamaría “crisis” sino que se conceptualiza como un sufrimiento existencial y que abarca todas las áreas: familiar, laboral, social y espiritual de la persona.

Los motivos de sufrimientos pueden ser muchos y generalmente, sugerimos a las personas buscar ayuda profesional con expertos en salud mental. Si se está viviendo un duelo, separaciones de pareja, problemas con los hijos, duelo migratorio o adaptación a un nuevo país, y sentimos que en la vida no hay metas, ni posibilidades de progreso, entonces esta crisis se puede convertir, en semanas o meses, en un vacío existencial. Los vacíos afectivos se interpretan como incapacidad de lograr proyectos y con sensación que la vida no tiene ningún sentido ni propósito.

La vida no se gana sin reflexión, por ello debemos aprender a vivir con profundidad y encontrar el significado de los hechos sucedidos, para así poder seguir adelante. Por ello se afirma que en la vivencia del sufrimiento somos capaces de reafirmar nuestra vida, redimirla y colmarla de valores y virtudes humanas.

Cómo superar los días difíciles

Debemos saber reconocer qué es lo que produce los días difíciles, pueden ser las circunstancias sorpresivas o negativas que nos suceden, no obstante, puede ser también las actitudes o sentimientos que nos invaden ante esas vicisitudes de la vida.

Hay dos sentimientos perturbadores que se hacen presentes ante las crisis y adversidades y estas son: la ansiedad general y la depresión, sea esta de distintos niveles: leve, mediana, o grave.

La ansiedad es la alteración emocional más frecuente en la población mundial, sin embargo, en ocasiones la ansiedad es útil para ayudarnos a mantenernos alerta y tener precaución ante situaciones peligrosas, sin embargo, cuando la respuesta se desborda y se manifiesta de manera desproporcionada, se convierte en un trastorno psicológico que, si es crónico, provoca un estado de angustia permanente con deterioro del funcionamiento integral. Entre los síntomas más comunes son: las palpitaciones del corazón, miedo constante, síntomas físicos como el insomnio, dolor en el pecho o temblores. En ocasiones: sensación de ahogo, ataques de pánico, temores difusos o a la enfermedad y a la muerte.

El segundo síntoma más atendido en el mundo es la depresión, con estas manifestaciones: Pensamientos tristes o catastróficos, incertidumbres, dificultad para concentrarse, sensaciones de culpa, desesperanza, preocupaciones por la vida y la seguridad, ideas intrusivas repetitivas, miedo sin sentido, rabias y fluctuaciones del estado de ánimo y sentimientos de extrañeza entre otras.

Para superar las situaciones difíciles y las crisis que se presentan hay varias claves, la más importante es la catarsis o desahogo de emociones, se trata de expresar verbalmente los sentimientos más profundos y narrar las experiencias traumáticas, ya que esto cura el alma interior. Puedes llorar si te sientes triste o frustrado y es mejor hacerlo acompañado, también es bueno reflexionar sobre cuestiones existenciales, como también está bien que haya quejas (sin ofender a nadie), esto siempre es mejor que quedarse callado. Si hay un desahogo de tensiones ante un profesional de ayuda o de salud mental habrá mucho alivio emocional.

Uno puede superar las dificultades buscando los valores que nos desarrollaron desde niños, esas enseñanzas que nos dieron padres, abuelos, maestros y tutores. Recuerda cómo enfrentaban ellos sus problemas y como los asumían con entereza y confianza. Cuando creíamos que sucumbían ellos resurgían de la nada y superaban las crisis. En ese mismo tiempo fueron surgiendo las cualidades y virtudes que son la forma de fortalecerse.

Superar la frustración:

Los que desean estar equilibrados deben buscar, continuamente, nuevos proyectos, tener iniciativa e intentar alcanzar nuevas metas realistas, ser conscientes de las limitaciones y aceptarlas, y encontrar cómo sacar provecho de los fracasos o errores para poder aprender de ellos. Así aumenta la capacidad de tolerar la frustración.

Trabajar la tolerancia a la frustración es vital. La tolerancia está relacionada con el tiempo que se tarda en reaccionar a la presión, al estrés que se experimenta cuando las cosas no salen como se desea.

La tolerancia permite aprender a superarse y pensar de forma creativa. Nos hace fuertes y resistentes y nos prepara para ser competitivos en una sociedad en la que todo el mundo busca lo fácil.

¿Qué debemos hacer para mantenernos en pie de lucha?

  1. Cuando te sientas devastado recuerda que vives tiempos para demostrar firmeza y constancia en tu ser y en tu obrar.
  2. No te des por vencido, mantén el foco, encuentra tu propósito de cada día y haz valiosa tu vida.
  3. Sé todo lo eficaz posible para que cuides tus valores y seas el modelo en tu familia y para la sociedad.

Para tolerar las crisis y revertirlas, para no quedar anclados y reinventarnos, debemos seguir creciendo, seguir desarrollándonos, seguir construyéndonos. En el camino se puede descansar, lo que llamamos el reposo del guerrero, para luego del descanso seguir y proseguir hacia las metas.

Cada vez que actuamos de un modo negativo, las consecuencias es el dolor y el sufrimiento, cada vez que actuamos de un modo positivo, tarde o temprano, el resultado es la felicidad”. Libro Tibetano de la Vida y la Muerte. S. Rimpoche, 1994.

Recomendaciones para lograr la estabilidad emocional:

Te recomiendo estas herramientas para lograr el equilibrio ante todas las circunstancias y las adversidades:

  • Reúne los recuerdos felices de infancia, ya que son como esa brisa cálida que te impulsa en la edad adulta. Es legado de bienestar y es sinónimo de equilibrio psicológico.
  • El recuerdo es una capacidad de la memoria que te permite almacenar informaciones retenerlas y devolverlas al presente.
  • Los acontecimientos como mudanzas, viajes, nacimientos de hermanos, o muertes de abuelos, son memorias universales para todos los seres humanos. Luego más adelante el primer amor, éxitos estudiantiles o laborales.
  • Lo más importante de un recuerdo es la emoción que te genera y que te evoca hechos vividos en la infancia.
  • Recuerda un olor, una imagen, una canción, un juego, un vestido, un objeto, una fecha.
  • Comer, jugar, amar, celebrar, son momentos que te quedan grabados en la memoria.
  • Los recuerdos, al evocarlos, se repite la actividad neuronal que se generó en el cerebro en esa oportunidad especifica. No es idéntico al hecho real, pero recrea.
  • Los recuerdos nostálgicos igual te permiten viajar al pasado traerlos al presente y nos conecta con nuestro mundo interior.
  • Es bueno desbloquear los recuerdos de la infancia que estén reprimidos y si se liberan se pueden superar traumas vinculados a esos recuerdos.

Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias, para decidir su propio destino” Viktor Frankl.

Dra. María Isabel Parada. Doctora en Psicología de la Salud. Experta en trastornos de sueño, control del estrés y abordaje en crisis y duelos. Miembro del Equipo de IDHA.

Bibliografías complementarias:

  1. Caplan, G. (1993) “Principios de Psiquiatría Preventiva”. Edit. Paidós.
  2. Garassini, M y Camilli, C. (2014) Las fortalezas del venezolano. La Promoción del bienestar desde la Psicología Positiva. Editorial Alfa.
  3. Krueger, D. (1988) “Psicología de la Rehabilitación” Editorial Herder.
  4. Seligman, M. (2011) “La vida que florece.” Ediciones B. Barcelona España.
  5. Taylor, S. (2007) “Psicología de la salud” Editorial Mc Graw Hill Sexta Edición.
  6. Rimpoche, (1994). “Libro Tibetano de la Vida y la Muerte.” Ediciones Herder.
  7. FRANKL, V. E. (2015), El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.
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Jessica Smith

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